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¿LA PAZ ES UNA UTOPÍA?

Para conmemorar el Día Internacional de la Paz, realicé un programa especial a través de redes sociales en el que se abordó este tema desde el punto de vista filosófico, espiritual, político, académico y de trabajo comunitario. A uno de los invitados, el ambientalista, político y líder espiritual chileno Alfredo Sfeir Younis, le pregunté: ¿Usted cree que con todas las inequidades, las confrontaciones y la violencia a nivel global, y específicamente en Colombia, es posible lograr la paz? Su respuesta fue sencilla y contundente: “Si no creyera que es posible la paz en el mundo y en Colombia, no estaría sentado aquí en este momento debatiendo con ustedes sobre este que considero debe ser una prioridad en la agenda de todos los países, si queremos sobrevivir como especie en este planeta”. El 20 de septiembre del 2020 en su columna habitual, Héctor Abad Faciolince escribió: “Colombia, al cabo de una larga vida, sigue teniendo un rostro desfigurado por el odio y la ira. Mi país, voy a decirlo aunque no quiera, es una mala morada del mundo”.

 

Dos posturas diferentes ante una misma situación. A lo largo de la historia se ha soñado con un lugar conveniente para todos, desde Platón, que en La República reflexionaba sobre cómo debería funcionar una sociedad para alcanzar la perfección y proveer a todos los ciudadanos condiciones dignas de supervivencia en un ambiente de justicia social y libertad, Tomás Moro, en su obra Utopía, publicada en 1516, en la cual plantea la sociedad ideal tal como se viviría en la isla de Fernando de Noronha: fraterna, con bienes colectivos y habitantes dedicados a actividades encaminadas a alcanzar el bienestar personal y de toda la comunidad. No obstante, ese ideal se ve truncado cada día ante la dura realidad que se percibe a nivel global con guerras, desplazamientos, pobreza y la cada vez más indignante brecha económica entre los multimillonarios que viven en las excentricidades del lujo y la gran masa de la población mundial que lo hace en condiciones de carencia extrema y sin ninguna oportunidad para mejorar sus condiciones de vida.

 

La situación actual de Colombia es la de un país caracterizado por la pugnacidad y el abierto enfrentamiento entre muchos de sus habitantes, que se han alineado en los dogmatismos extremos, al cual los incitan dirigentes con una gran miopía –y con mezquinos intereses clasistas– e incapaces de entender que la única posibilidad para tener un país viable y con justicia social es la construcción colectiva a través del diálogo civilizado y el consenso. La paz no se logra eliminando físicamente a los contradictores, sino a través del reconocimiento del otro en su dignidad como persona. La educación debe ser la gran apuesta para lograr dar los primeros y auténticos pasos para desarmar la mente. ¿Es posible esa utopía? ¡Sí! Comienza contigo: extirpa el odio de tu corazón.  

 

 

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